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En diciembre pasado publiqué en Ad Age una columna titulada “La marca más dañada del daño es…”, con la respuesta “Apple”. Me detuve en algunos de los problemas que tuvo el gigante tecnológico en 2012, incluyendo su catástrofe con Apple Maps y el creciente escándalo que tuvo lugar en las fábricas de sus subcontratistas con base en China. En ese entonces dije que las acciones de Apple estaban siendo negociadas a 540 dólares, por debajo del pico de 52 semanas de 705.
En este momento se cotizan a 435 dólares.
¿Deberíamos culpar a Tim Cook, el sucesor de Steve Jobs? Yo digo que no, absolutamente no. Como dije en diciembre, una corrección de nuestra actitud colectiva hacia el alto vuelo de Apple estuvo por producirse durante largo tiempo, y la realidad es que buena parte del mal karma que Apple se ha ganado se construyó durante el reinado de Jobs.
Lo que pasa con Cook es esto: aunque es un líder decisivo, está lejos de ser la figura carismática y mesiánica que fue Jobs –nadie lo es- y por eso, por contraste, parece casi recesivo. Seguir la fama global de Jobs es un ingrato trabajo para cualquiera.
Pero ahora Cook ha tenido suficiente tiempo en el comando para convertir a la compañía a su manera. Casi un año y medio después de la muerte de Steve Jobs, hay signos de que la era Jobs en Apple está definitivamente terminada. A saber:
Empezando desde hoy, parece bastante oficial que estamos autorizados a divertirnos con la memoria de Jobs. Funny or Die está lanzando su biografía “iSteve”, de una hora de duración, con la actuación nada menos que de Justin Long, el “Mac Guy” de los comerciales “Get a Mac”, en el papel de Jobs. El trailer de la película sugiere que “iSteve” será todo lo que usted puede esperar que sea –insípida, llena de clichés, jadeante, sobreexcitada, recalentada- y constituye una sátira del género biográfico en sí mismo. Pero también toma a broma la leyenda de Jobs. En un momento, en una voz en off, oímos a Long, como Jobs, ladrando una orden: “Llámenla iPod, con i minúscula, P mayúscula, o minúscula y d minúscula. ¡Tomen nota!”. Es una sutil mención al legado de Jobs, como si el fuera el único personaje que realmente importaba en una compañía que emplea a más de 78.000 personas en todo el mundo.
Unas semanas atrás, Apple contrató al chief technology officer de Adobe, Kevin Lynch, como su vicepresidente de tecnología. Al final de sus días, Jobs estuvo notoriamente en guerra con Adobe por su tecnología Flash, que él despreciaba. En Adobe, Lynch fue uno de los más ruidosos evangelistas de Flash; él, incluso, co-protagonizó un enconado video en 2009, creado por un desarrollador de Adobe, en el cual él y un colega aparecieron haciendo cosas como poner un iPhone en una licuadora y achatar a otro con una aplanadora. Lynch es obviamente una opción provocativa al ver esa historia, pero su contratación se debe realmente a que es un hombre del software que promovió la Nube –incluyendo el servicio de Nube Creativa- en Adobe. La firma de Tim Cook en el contrato de Kevin Lynch sugiere un nuevo énfasis en el software como producto, y posiblemente una menor dependencia en la fabricación de artículos físicos.
La semana pasada, el analista Brian White, de Topeka Capital Markets, difundió una nota de investigación que, basada en una reunión que tuvo con una compañía proveedora de Apple, prevé que el próximo iPhone llegará en dos o incluso tres diferentes tamaños de pantalla. Si eso es verdad, representaría otra diferencia con el empecinado punto de vista de Jobs respecto del ofrecimiento de opciones a los consumidores.
Después de lanzar el iPad original, Jobs ridiculizó a los fabricantes de la competencia por hacer tabletas de 7 pulgadas. Después de su muerte, por cierto, Apple lanzó una tableta del rango de 7 pulgadas –el iPad mini de 7,9 pulgadas- que muchos usuarios ahora consideran como la iPad máxima. (De hecho, esto hace que la mayor iPad se vea como una ridículamente inmanejable tabla).
Yo he sido un usuario de iPhone desde el comienzo, pero sentí cada vez más envidia de todas las pantallas extra de muchos de mis amigos y colegas que tenían para usar cuando sacaban los teléfonos Android de Samsung y otros competidores de Apple. Pienso que Cook es lo suficientemente brillante como para saber que alargar verticalmente la pantalla del iPhone –como hizo con el iPhone 5- no es una medida suficientemente buena. El mercado de smartphones está convirtiéndose en un mercado de mini-tablets, lo que constituye una realidad incómoda para Apple, pero a la que uno debe enfrentar sí o sí.
Durante un largo tiempo, Apple trabajó brillantemente como una compañía de una medida. Si un producto funcionó para Steve Jobs, era suficientemente bueno; millones y millones podían hacer confiadamente una fila detrás del gran hombre y validar sus excesos y sus limitaciones estéticas.
Pero con los smartphones y tabletas destinados a ser categorías de commodities, Apple no tiene más opción que ofrecer… opciones.
Digan lo que quieran de Tim Cook, pero no está presidiendo una compañía de medidas únicas. Y esa es realmente una buena noticia para el futuro de Apple.
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